Un cubano que fue en la tierra muy bueno, se murió y, como era de esperarse, se fue al cielo. Después de más de mil años disfrutando de la eternidad, un día se fastidió y le dijo a Dios: "Dios mío, quisiera que me permitieras conocer el infierno por una noche, para saber de qué me perdí".
Dios, en su infinita bondad, le dijo: "Si es tu voluntad, así sea".
Nuestro hombre se fue esa noche al infierno. Subió a su entrada unas escaleras de mármol. Vio por doquier luces de neón y una puerta se abrió de manera espectacular, dando paso a una especie de Edén surcado por ríos de whisky de 18 años y mujeres desnudas, de las más hermosas del planeta.
Pasó la mejor noche de su vida y regresó al cielo de madrugada. En la mañana, habló con Dios y le manifestó su deseo de mudarse definitivamente al infierno.
Dios nuevamente aceptó.
Arreglados sus asuntos, a la semana estaba camino al infierno.
Subió las mismas escaleras y se abrió nuevamente la puerta, pero esta vez cayó a una paila gigantesca de azufre hirviente. Se hundió en ella mientras el diablo lo punzaba con su tridente. Con esfuerzo logró colgarse del borde. Sacó la cabeza y miró al Diablo sentado en su trono y le dijo:
- Satán ¿qué es esto? Yo estuve aquí la semana pasada y todo era maravilloso!
Y el Diablo le respondió:
- Tú como cubano ya deberías saberlo: una cosa es para el turismo y otra para los que viven aquí.
Dios, en su infinita bondad, le dijo: "Si es tu voluntad, así sea".
Nuestro hombre se fue esa noche al infierno. Subió a su entrada unas escaleras de mármol. Vio por doquier luces de neón y una puerta se abrió de manera espectacular, dando paso a una especie de Edén surcado por ríos de whisky de 18 años y mujeres desnudas, de las más hermosas del planeta.
Pasó la mejor noche de su vida y regresó al cielo de madrugada. En la mañana, habló con Dios y le manifestó su deseo de mudarse definitivamente al infierno.
Dios nuevamente aceptó.
Arreglados sus asuntos, a la semana estaba camino al infierno.
Subió las mismas escaleras y se abrió nuevamente la puerta, pero esta vez cayó a una paila gigantesca de azufre hirviente. Se hundió en ella mientras el diablo lo punzaba con su tridente. Con esfuerzo logró colgarse del borde. Sacó la cabeza y miró al Diablo sentado en su trono y le dijo:
- Satán ¿qué es esto? Yo estuve aquí la semana pasada y todo era maravilloso!
Y el Diablo le respondió:
- Tú como cubano ya deberías saberlo: una cosa es para el turismo y otra para los que viven aquí.
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