El Día del
Campesino, o conocido anteriormente como Día del Indio, fue instituido a través
de un decreto supremo promulgado el 23 de mayo de 1930 por el dictador Augusto
B. Leguía, con la finalidad de reconocer al trabajador del campo y como una
forma de destacar su preocupación, por parte del estado, de los hombres del
ande.
La historia
señala que a pesar de la acogida que tuvo en un principio la celebración, ésta
fue disminuyendo en importancia, debido, en gran parte, por la poca aceptación
que tenía el gobierno de Leguía. Luego, la legislatura de 1949 promulgó una
nueva ley que establecía como nueva fecha el 24 de junio.
Ya durante
el gobierno de facto del General Juan Velasco Alvarado se escogió el 24 de junio
para promulgar la ley de la Reforma Agraria y con ello cambiar la denominación
de dicha conmemoración por la del Día del Campesino, dando énfasis así al
nacimiento del campesinado sobre el latifundismo.
Paradójicamente, la celebración del “día del campesino” o “día del indio” es uno de los acontecimientos más importantes de la historia republicana del Perú; bajo el imaginario, de que la celebración junto al cambio del denominativo “indio” por “campesino”, liquidó el antiguo sistema de explotación agropecuario. Lastimosamente la mayor parte de la región andina, en el pasado, estuvo conformado por enormes haciendas donde los terratenientes eran dueños no sólo de las mejores tierras, sino hasta de la vida de sus servidores llamados “indios” o “indias”. A la fecha (junio del 2006), ¿cuánto ha cambiado las posiciones de la sociedad dominante contra los sujetos “indios” o “campesinos” respecto a las viejas vicisitudes de discriminación y exclusión social?. En suma, existe o no mejoras después denominativo “indio” por “campesino”,
Antes de responder a esta interrogante, considero necesario
efectuar una breve reflexión de los antecedentes. Entre ellos me permito a
recordar que cuando Cristóbal Colon llegó a América en 1492 creyendo que había
llegado al otro lado de la india, llamó indios e indias a nuestros antepasados
de las Islas caribeñas. Luego sus seguidores Pizarro y otros en 1532 llegarían a
Cajamarca para secuestrar y asesinar al último de la dinastía INKA de la gran
civilización tawantinsuyana, INKA ATAHUALPA. Previo a este hecho, los europeos
españoles habían probado sus espadas si estaban o no filudas sentando en fila a
los indios del caribe cortando sus cabezas con sus filudas espadas asesinando a
los niños y niñas al tiempo que violaron a cuanta mujer se le presentara no
importando su edad o condición. Las víctimas fueron los Mayas, Aztecas, Qullanas,
Aymaras, Quechuas, Guaranies, Mapuches entre otras etnias. Estas fueran las
estrategias de colonización de sujetos “indios” arrebatando de sus mejores
tierras, estrategia que fue repitiéndose hasta después de la república, aun se
repite todavía en el actual proceso “democrático” bajo otros mecanismos,
utilizando en cada uno de los procesos la estrategia de “divide y reinaras”.
La nefasta práctica colonialista, lastimosamente reitero, que
continua a la fecha. No obstante que la historia nos muestra que Augusto B.
Leguía (1908-1912) (1919-1930) fue uno de los pocos presidentes que tomó el
discurso indigenista bajo el discurso oficial de "Patria Nueva". El discurso
indigenista fue una forma de intentar reivindicar la “raza india” que sirvió de
referencia para la creación de una Sección de Asuntos Indígenas en el Ministerio
de Fomento (1921), desde donde se promovió el Comité Pro-Derecho Indígena "Tahuantinsuyo",
esta instancia fue un medio de intentar proteger los intereses de las
comunidades para el que fundó el Patronato de la Raza Indígena (1922), esta
instancia debía proporcionar un marco legal para la atención de los reclamos
comunitarios a fin de evitar nuevas insurrecciones. Pero esta sólo fue una
estrategia para distraer la verdadera demanda del libre ejercicio de los
derechos humanos y de recuperar las tierras injustamente arrebatadas. Toda vez
que por un lado supuestamente se enfrentó al gamonalismo; y por otro,
encubiertamente apoyaba leyes de servidumbre bajo del denominativo de
conscripción vial que permitían a hacendados y empresarios hacer uso coactivo de
la mano de obra indígena. Aun cuando todos sus accionares formaban parte de la
constitución de Leguia que decía:
“El Estado protegerá a la raza indígena y dictará leyes
especiales para su desarrollo y cultura en armonía con sus necesidades. La
Nación reconoce la existencia legal de las comunidades de indígenas y la ley
declarará los derechos que les correspondan” (Art. 58º.- de la Constitución de
la República del Perú Dictada por la Asamblea Nacional de 1919 y promulgada el
18 de Enero de 1920 por AUGUSTO B. LEGUIA,)
En suma, lo que Legua quería era “buenos salvajes” con cierta
dignidad pero que para tener ese status deberían estar al servicio de patrón de
nuevo tipo o hacendado bajo protectorado de agentes gubernamentales del Estado
que encubrían o defendían sólo los intereses de los hacendados.
Otro de los presidentes que retomó el discurso “indigenista”
bajo el lema de “campesino” fue el General Juan Velasco Alvarado (1968-1975)
quien confiscó los latifundios de clase oligárquica para intentar impulsar una
transformación socialista del Estado. Para ello promulgó la Ley de Reforma
Agraria (Ley 17716). La Ley de la reforma agraria entregaría prioritariamente
tierras a la mayor parte de los colones que estaban a cargo de los hacendados,
en esa oportunidad se digo:
“De hoy para adelante, el campesino del Perú no será más el
paría ni desheredado que vivió en la pobreza, de la cuna a la tumba, y que miró
impotente un porvenir igualmente sombrío para sus hijos… a partir de hoy,
abandonando el calificativo de los resabios racistas y de juicio inaceptable se
llamaran comunidades campesinas … [y por lo tanto] ¡ Campesino el patrón ya non
comerá más tu pobreza !” (Discurso pronunciado el 24 de junio de 1969 en la
promulgación de la Ley de Reforma Agraria por el General Juan Velasco)
Ciertamente, nadie puede negar que la intención de General
Velasco fue de reivindicar al “sujeto campesino” dejando para la historia el
término despectivo “indio” donde se pretendía abatir la pobreza, para que el
campesino no se fuera directamente a la tumba siendo pobre alimentando al patrón
como se fuese uno de sus dioses; no obstante que sus resultados son materia de
otros debates junto el derrocamiento por otro militar como el General Francisco
Morales Bermúdez, ocurrida el 29 de Agosto de 1975 con el que se frustrara en
parte los objetivos nacionalistas de la llamada “revolución peruana” y la
conclusión de la Reforma Agraria.
Pese a este hecho histórico de Reforma Agraria y su posterior
reestructuración (materia de otro debate) no se han solucionado los grandes
problemas de la tenencia de la tierra, territorio y los recursos naturales que
fueron invadidos y expropiados tanto en la colonia como en la república, todo
ellos significa que la antigua violación de los derechos humanos contra los
campesinos/indios continua vigente. Toda vez que, el problema del campesino o
del indio sigue siendo la tierra y su libre determinación para que puedan
escoger su futuro sustentable, porque de ella dependen para su sobrevivencia,
dado que ahí están los más pobres entre los pobres aun cuando ellas posean
algunas tierras poseen sólo parcelas de mala calidad (desertificadas) y
demasiado pequeñas para poder mantener a sus familias. Este segmento humano
(campesinos), representan la mayoría de los pobres hambrientos de las zonas
rurales del Perú y de los otros países andinos/amazónicos, y es que en estas
zonas se encuentran los casos más graves de pobreza, hambre discriminación y
exclusión social y la discriminación de mujeres. Toda vez que la supuesta
expansión de la producción agrícola destinada a la exportación sólo favorece a
la producción de la costa peruana quienes hoy promueven el TLC, controlada por
los productores de la costa o los criollos de poder, que son los que poseen las
mejores tierras que son igualmente las tierras expropiadas de los antiguos
campesinos o indígenas a quienes los agentes gubernamentales los consideran sólo
como objetos de políticas de conservación, utilizándolos en muchos casos como
justificación de lucha contra la pobreza.
Tenemos que Limpiar el PERÚ de Tanto Político Ladrón y Zángano que nos Roba y Desangra el Porvenir de La Patria.
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