miércoles, 16 de octubre de 2013

Biografias - Capitán de Corbeta Elías AGUIRRE Romero

Este valeroso marino nació en Chiclayo, el 1 de octubre de 1843, hijo de Carlos Aguirre y María Candelaria Romero. Las primeras letras las aprendió en su ciudad natal. Al cumplir los 10 años, sus padres lo enviaron a Lima para que continúe sus estudios en la capital bajo la tutela de sus tíos José y Manuel Romero.


Antes de cumplir los 15 años ingresa en la Escuela Naval Militar, el 7 de junio de 1858. después de dos años de estudio obtiene el grado de Guardiamarina y destinado a servir en la fragata Amazonas. Durante cuatro años realiza sus prácticas profesionales en diversos buques de la escuadra, el 20 de enero de 1864 obtiene el grado de alférez de fragata.
Oficial serio, competente, responsable, cordial y caballeroso. Alcanzó sus grados inmediatos sin interrupción, es así que el 11 de junio de 1865 alcanza el grado de teniente segundo y el 23 de noviembre del mismo año se le otorga la efectividad en el grado.

Al año siguiente, el conflicto con España se agudiza con la Revolución de Arequipa y las acciones bélicas entran en una fase crítica. Para enfrentar a la poderosa escuadra española, el gobierno manda a construir en Inglaterra dos blindados, el Huáscar y la Independencia, que ya estaban en viaje al Perú. El resto de la escuadra se envió a Chile, para reunirse con ellos en la región de los canales y presentarse unida para el encuentro final con la flota española. A la poderosa escuadra peruana debían agregarse las dos únicas naves chilenas: la Covadonga y la Esmeralda.

La División Naval peruana que salía del Callao rumbo al sur estaba constituida por las fragatas Apurímac y Amazonas y las corbetas Unión y América. Al mando de esta fuerza está el capitán de navío don Manuel Villar, que llega con su escuadra a Chile y se une a las dos naves chilenas al mando del capitán de navío Williams Rebolledo, que por ser más antiguo que Villar, asume el mando general de la flota unida.

La escuadra española al tener información sobre estos movimientos de la escuadra aliada envía al sur dos de sus fragatas, Villa de Madrid y Blanca, con el fin de desbaratar estos aprestos bélicos.

La escuadra aliada escoge la rada de Challahué, cerca de la isla de Abtao para esperar a las naves enemigas. El 16 de enero, el Perú pierde a la histórica Amazonas al tomar uno de los canales de Abtao. El día 7 de febrero, tuvo lugar el memorable combate de ese nombre. La escuadra aliada está al mando de Villar, pues días antes, Williams Rebolledo tuvo que dirigirse a Valparaíso en la Esmeralda. Después de un rudo cañoneo las naves españolas tuvieron que abandonar el campo ante la imposibilidad de batir a las naves peruanas que habían elegido una excelente posición defensiva. En este combate encontramos al teniente Aguirre en la dotación de la gloriosa corbeta Unión, que esta vez, está al mando del capitán de corbeta don Miguel Grau. Elías Aguirre, tenía a su cargo las baterías de la corbeta y su desempeño fue excelente dirigiendo con eficacia y energía el fuego de su nave.

Por su valiente y digno comportamiento en acción, Aguirre fue ascendido a teniente primero, se le dio medalla conmemorativa y el título de “Benemérito de la Patria”. Iguales distinciones se otorgó a los jefes y oficiales que participaron en el combate.

La estadía de la escuadra peruana en Chile se prolongó y tuvo consecuencias negativas. Mostró la animosidad de nuestros aliados de entonces, que crearon situaciones conflictivas, por no decir agresivas, que el tino y ponderación de nuestros jefes evitó que tomaran mayores proporciones.

La fragata Amazonas, que paseó el pabellón peruano por todos los mares del mundo, el 16 de enero de 1866, al tomar uno de los canales para dirigirse a Abtao se varó en Punta Quilpue y se perdió totalmente. Estaba en esos momentos a órdenes del práctico chileno de apellido Errázuriz que eligió el canal más estrecho y peligroso. Meses después la corbeta Unión, en la que se encontraban Grau y Aguirre, entre otros, fue cañoneada desde tierra, con los mismos cañones salvados de la Amazonas, colocados en baterías improvisadas. Afortunadamente, la corbeta no fue tocada y se dio como disculpa que fue un error de los artilleros, que confundieron a la nave peruana con una enemiga.

Al llegar los blindados a Valparaíso al mando del capitán de navío José María Salcedo, éste fue llamado a Lima y reemplazado interinamente por Lizardo Montero, capitán de navío de gran prestigio, pero de genio vivo y enérgico. Como la guerra ya se había concluido con la retirada de la escuadra española, el gobierno contrató los servicios de un marino norteamericano, el contralmirante Tucker, para que tome el mando de la escuadra peruana y emprenda una campaña marítima sobre las Filipinas, islas en las que se supone se han refugiado las naves españolas.

Este nombramiento produjo general desagrado en el personal de la escuadra. Era desestimar los merecimientos de almirantes antiguos y experimentados que habían demostrado su competencia para comandar empresas de esta naturaleza. La protesta se tradujo en una renuncia colectiva. La respuesta del gobierno no se hizo esperar y fue drástica; se les aceptó la renuncia y se envió al Chalaco llevando los relevos con órdenes de conducir presos a los revoltosos para su enjuiciamiento.

Los enjuiciados después de una prolongada prisión preventiva en la isla San Lorenzo recibieron la sentencia que fue más intimidatoria que efectiva, en atención al prestigio de muchos de los afectados que en su gran mayoría fueron absueltos y reincorporados al servicio, entre ellos Elías Aguirre.

Al año siguiente el Perú adquirió en los EE.UU., dos monitores fluviales, bautizados con los nombres de Atahualpa y Manco Cápac, construidos para operar en el río Mississippi y no en mar abierto. Lentos, pesados y sin quilla tuvieron que hacer el viaje desde New Orleans al Callao a remolque. La cubierta principal sobresalía de la superficie solo 12”, motivo por el cual las escotillas y tomas de aire debían permanecer permanentemente cerradas durante la navegación haciendo de las condiciones de navegabilidad un sacrificio.

Elías Aguirre fue nombrado a la dotación del Manco Cápac y él efectuó todo el azaroso viaje en las condiciones más adversas que se puede imaginar. Solamente la gran capacidad profesional y el inquebrantable espíritu de sacrificio de sus tripulaciones pudieron culminar con éxito uno de los más increíbles viajes de la historia naval.

Este largo e interminable viaje duro 15 meses. Al llegar a Río de Janeiro se une al convoy la corbeta Unión al mando del capitán de fragata, Lino de la Barrera. En este puerto reciben la noticia de los ascensos entre los cuales está el de Elías Aguirre a capitán de corbeta. Es nombrado Segundo Comandante del Manco Cápac, poco después pasa a la Unión en el mismo cargo.

Durante el dilatado viaje, Elías Aguirre tradujo al inglés el “Derrotero del Estrecho” cuyo autor es el capitán R.C. Maine, trabajo meritorio que fue publicado en “El Peruano” a su arribo al Perú.

Al llegar al Callao, la corbeta Unión es enviada a Inglaterra para su carena y reparación. Va como Comandante Nicolás del Portal y como Segundo Comandante Elías Aguirre. La navegación hasta Greenhite (Inglaterra) se efectúa en gran parte a vela, adquiriendo sus tripulaciones excelente práctica en ese tipo de navegación. La estadía en Inglaterra duró más de año y medio. Salieron del Callao en el mes de setiembre de 1871 y regresaron el 11 de julio de 1873.

Terminado este largo viaje, Aguirre es nombrado Sub Director de la Escuela Naval. En adición a sus funciones tiene a su mando a la cañonera Chanchamayo, nave en la que realizan sus prácticas efectivas en el mar los alumnos de la Escuela de Grumetes.

El excelente estado de preparación de la nave, la pulcritud, aseo y disciplina de sus tripulantes denota los especiales dotes de su comandante. Infortunadamente en uno de los numerosos viajes que hizo por la costa norte, la nave impelida por vientos favorables de popa avanzó rápidamente varándose totalmente en plena rompiente cerca de la Punta de Falsa Aguja. La proximidad de la noche y la falta de medios impidió que los denodados esfuerzos hechos por Aguirre y sus tripulantes pudieran evitar la pérdida total de la nave. Aguirre, después de varios días de infructuosos esfuerzos logró salvar a su gente y parte del equipo de la cañonera y tuvo que afrontar las graves consecuencias del desastre.

Con la entereza y nobleza de su carácter asume plenamente sus responsabilidades, exime a sus oficiales y subalternos de toda responsabilidad y se presenta notablemente para que caiga sobre sus hombros todo el peso de la ley. Su prestigio y bien ganada fama de brillante oficial influyen en el ánimo del consejo de guerra y Aguirre es separado del servicio por dos años. Aguirre no temió comparecer ante el Consejo, aguardó sereno el fallo.

En el corto lapso que permanece en esta condición fue solicitado por la Compañía de Guano y continúa navegando en buques de esa compañía.

Al declararse la guerra con Chile, Aguirre se presenta para ofrecer sus servicios. Es nombrado a la dotación de su antiguo buque la corbeta Unión en abril de 1879, como mayor de órdenes del comandante Aurelio García y García. Participa del aprestamiento de la fragata chilena Adelaida, de la barca Adriana Luisa y del transporte Rímac. El 28 de julio de 1879 es trasladado al Huáscar como Segundo Comandante a solicitud del Almirante Grau.

En el mes de agosto y setiembre acompaña a Grau en sus osados ataques a Antofagasta y puertos chilenos, hasta que llega Angamos, epopeya en la que alcanza el cenit de su fama.

En la memorable mañana del 8 de octubre, el enemigo ha preparado convenientemente los pesados cañones de sus blindados para que a muy corta distancia disparen sobre la torre de combate del Huáscar, lugar donde saben que se encuentra Grau.

A pocos minutos de iniciado el combate, Almirante Grau y su ayudante el teniente Ferré mueren víctimas de la explosión de los proyectiles que perforan la torre y explotan en el interior. El capitán de fragata Melitón Carvajal, avisa a Elías Aguirre que el Almirante ha muerto y debe asumir el mando del monitor.

Aguirre asume el mando y ocupa el puesto de Grau. Restablecido el gobierno, Aguirre sabe que su nave está perdida, los buques enemigos lo atacan por todos los sectores del horizonte. En esta fatal emergencia Elías Aguirre solo encuentra una solución: el uso del espolón. Ordena rumbo de colisión, sobre su mas cercano perseguidor, el Cochrane. El Huáscar con sus máquinas lanzadas a toda velocidad enrumba sobre la nave enemiga que se ve obligada a maniobrar para librarse del ataque. Pasando a escasos metros de la popa del buque enemigo.

El final de la historia ya es conocida, Aguirre perece en esta combate, al igual que el Almirante Grau y el teniente Ferré, quienes cumplieron con su deber hasta el último momento.

El 25 de octubre de 1879 el Congreso de la República dicta una ley a favor de los deudos de los mártires del Huáscar. El 28 de mayo de 1880 se les condecora con la “Cruz de Acero de la Legión del Mérito” y en 1886 por Decreto Supremo se dispone que los héroes de Angamos pasen como presentes en las listas de revistas del buque insignia que llevará el nombre del Almirante Grau.

Sus restos reposan en la Cripta de los Héroes, en uno de los sarcófagos de mármol de la nave principal, al lado de los que guardan los restos de Grau, Cáceres, Carvajal, Bolognesi y Recavarren.


Vicealmirante Reynaldo PIZARRO Antram


Fuente: Marina de Guerra del Perú

Tenemos que Limpiar el PERÚ de Tanto Político Ladrón y Zángano que nos Roba y Desangra el Porvenir de La Patria.

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