El retorno de los cadáveres de los soldados que entregaron su vida por la defensa de la Patria querida, siempre será motivo de homenajes, de profundo reconocimiento de su pueblo.
Parten presurosos los cortejos fúnebres, una multitud formada por madres, hijos y ancianos acompañan con respeto, con doliente pena a los heroicos soldados que entregaron su vida en la Batalla de el Alto de la Alianza, la ciudad ocupada ve partir a aquellos bizarros combatientes que se enfrentaron con decisión y coraje a un enemigo superior.
De ellos queda la sangre regada en las alturas del Intiorco, el recuerdo doloroso en los cautivos, sus sagradas osamentas retornan a la Patria querida, con el adiós postrero de una multitud dolida, pero segura que el cautiverio no doblegara el espíritu inmenso de fidelidad a la Patria.
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