jueves, 27 de diciembre de 2012

BARRAS DE CORTINAS


La mujer recién  divorciada,  pasó  el primer  día bien triste  empaquetando  sus cosas en baúles  y maletas y su mobiliario en grandes cajas.

El segundo día vinieron y recogieron sus pertenencias y muebles.

El tercer día se sentó en el suelo en el comedor vacío, puso música suave, dos velas, dos kilos de camarones, un plato de caviar y una botella de vino blanco frío hasta más no poder.

Cuando  terminó todo eso, desmontó  todas las barras de las cortinas de cada cuarto, le quitó los tapones de los extremos y dentro le puso la mitad de los camarones y un buen poco de caviar y las colocó de nuevo con sus tapones de los extremos.

Cuando  el marido regresó  a la casa se mudó con nuevos muebles  y con la nueva novia. Todo fue perfecto en los primeros días. Lentamente, la casa empezó a oler.

Trataron   de  todo,   limpiaron,   trapearon   y  airearon   toda  la  casa.   Los  ventiladores   fueron chequeados  por si hubiera  ratones  muertos  y las alfombras  fueron lavadas.  En cada esquina se colgaron perfumadores de aire. Se gastaron cientos de botes de spray de olor. Hasta pagaron para cambiar todas las caras alfombras de la casa.

Nada funcionó. Nadie volvió a visitarlos, los trabajadores se negaban a trabajar en la casa y hasta la sirvienta renunció.

Finalmente,  el marido y la novia tuvieron que mudarse ya desesperados.  Todavía al mes no habían encontrado  a quien venderle la hedionda casa. Inclusive los vendedores  se negaban a responder  a sus llamadas.  Decidieron gastar muchísimo dinero comprando una nueva casa.

La ex esposa llamó al hombre para asuntos del divorcio y le preguntó cómo estaba. El le contestó que bien, que estaba vendiendo la casa pero sin decirle las verdaderas razones.

Ella lo escuchó con mucha calma y le dijo que ella extrañaba demasiado la casa y que ella hablaría con  los  abogados   para  arreglar   los  papeles   con  tal  de  que  conseguir   la  casa  de  nuevo. Sabiendo  que su ex esposa  no tenía la menor  idea del mal olor el aceptó la negociación  por una décima parte del precio real de la casa con tal de que ella firmara ese mismo día.

Ella aceptó y en menos de una hora él le mandó los papeles para firmarlos.

Una semana más tarde el hombre y su novia se pararon en la puerta de la vieja casa con una sonrisa en los labios viendo como empaquetaban  todos sus muebles y los metían en un camión camino a su nueva casa   .............incluyendo  las barras de cortina.

ME ENCANTAN LOS FINALES FELICES, A TI NO?

¡Ay! qué malditas y sabias son las Mujeres!!

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Recordatorio Takana

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