sábado, 23 de noviembre de 2013

EL PATRONO MARISCAL ANDRÉS AVELINO CÁCERES DORREGARAY


El Mariscal Andrés Avelino Cáceres Dorregaray fue un ilustre peruano que en diferentes facetas de su fecunda existencia dio ejemplo de una entrega total al servicio de los intereses de la Patria amada.
Sus diversas actuaciones como soldado, patriota, héroe, estadista, político y diplomático lo ubican en nuestra historia como un peruano ejemplar; por lo tanto su vida, acciones y hechos deben ser reconocidos grandemente por todos los peruanos. Es uno de los pocos héroes que no murió en batalla, pero sí le correspondió la labor más grande que puede tener un peruano, recoger la bandera y mantenerla en nuestra sierra sin que jamás fuera abatida, sin que cayera en manos del enemigo.

Cáceres nació en la ciudad de Ayacucho, el 10 de noviembre de 1836 y cursó sus estudios primarios en la Escuela Nacional de la misma ciudad. Más tarde, en 1853, ingresó en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, en el mismo Ayacucho. Un año después abandonó sus estudios e ingresó como cadete en el batallón Ayacucho, con el que participó en la rebelión dirigida por el general Ramón Castilla contra el presidente José Rufino Echenique, la cual acabó con la victoria del último en la Batalla de La Palma, el 5 de enero de 1855.

Después, tras una rápida carrera militar, obtuvo el rango de segundo teniente y un año más tarde, de teniente (1857). Entre 1857 y 1859 apoyó activamente el gobierno de Ramón Castilla contra la rebelión del anterior presidente Manuel Ignacio de Vivanco. Durante los combates Cáceres fue gravemente herido en el ojo izquierdo.

Cuando la guerra entre Perú y Ecuador estalló en 1859 se encontraba aún reponiéndose de sus heridas pero, aun así, tomo parte en la campaña. Tras terminar el conflicto en 1860 fue enviado a Francia por Castilla como agregado militar de la delegación peruana y para recibir tratamiento en su ojo. Volvió a Perú en 1862 e ingresó en el batallón Pichincha en Huancayo.

Durante este periodo se hizo famoso por su abierta oposición al gobierno del presidente Juan Antonio Pezet, por sus críticas hacia este, tuvo que exiliarse en Chile con otros muchos oficiales pero consiguieron regresar a Perú, desembarcando en el puerto sur de Mollendo.
Se unieron a la Revolución Restauradora del Honor Nacional mandada por Mariano Ignacio Prado contra el gobierno de Pezet. 

Tras el comienzo de la Guerra con Chile, el 5 de abril de 1879, Cáceres fue enviado a la cabeza del batallón Zepita a la provincia de Tarapacá, donde ganó una de las más importantes batallas. A pesar de esta victoria, el Ejército del Perú no fue capaz de frenar la invasión de Tarapacá y se vio forzado a retirarse al norte del departamento de Tacna. El ejército chileno se estableció al norte de su posición, en Ilo, desde donde atacaron la principal posición peruana.

Cáceres desempeñó un papel importante en la reorganización del ejército sur de Perú. Dicho ejército fue desplegado alrededor de la ciudad de Tacna con el objetivo de unir fuerzas con el recién creado ejército de Bolivia. Sin embargo, la inestabilidad política creada por Nicolás de Piérola tras conseguir derrocar a Mariano Ignacio Prado solo obstaculizaba las acciones de Cáceres, retrasando las acciones de la fuerza conjunta contra los chilenos.

El presidente Piérola ordenó que el Ejército se preparase para defender la capital, Lima. Por el camino, el resto del ejército y civiles pobremente armados fueron alistados para luchar. Cáceres fue nombrado comandante de la 5º división de la reserva. Engañado por el enemigo, Piérola esperaba un asalto por el norte de la ciudad y marchó con un fuerte contingente de tropas a la ciudad de Ancón, dejando muy debilitado al ejército de Cáceres.

Sin posibilidad de recibir refuerzos y con las tropas chilenas desplegándose por el sur, las fuerzas peruanas fueron derrotadas en las batallas de San Juan y Miraflores. Cáceres fue herido en la primera batalla y trasladado a Lima. Cuando la ciudad cayó y fue ocupada por el ejército chileno, en enero de 1881, Cáceres escapó a Jauja, al interior montañoso del Perú.

Como oficial más antiguo de la región, Cáceres fue nombrado jefe político-militar de los departamentos centrales, el 6 de abril de 1881. En los andes, Cáceres se transfigura en el caudillo que tiene la capacidad de comprender que no sólo es el militar, sino el encargado de conducir a sus compatriotas, habla al pueblo y el pueblo lo oye, toma las armas que encuentra y forma un nuevo ejército. Algunas vence, otras no, después de cada derrota, siempre había más gente deseosa de unírsele.

Por estos logros se le apodó como el 'Brujo de los Andes'. A pesar de su talento y resolución, fue finalmente derrotado por las tropas chilenas en la Batalla de Huamachuco, el 10 de julio de 1883. A pesar de que intentó reagruparse, el gobierno peruano encabezado por Miguel Iglesias firmó el Tratado de Ancón, el 10 de octubre del mismo año, reconociendo la derrota y dando por terminada la guerra con Chile. Falleció el 10 de octubre de 1923, después de ser dos veces Presidente del Perú. Cáceres es la imagen misma de la unidad nacional, aquel que devolvió la dignidad al peruano después de haberla perdido en varias batallas. En él todo es ejemplar, conductor de hombres, la transparencia con la que ejerce los cargos públicos, el ideal de un Perú unido, sin discriminaciones, sin diferencias sociales, todos iguales bajo la misma bandera, la blanquiroja, ese es el mensaje que nos dejó y que hoy nos urge trasmitir.



Tenemos que Limpiar el PERÚ de Tanto Político Ladrón y Zángano que nos Roba y Desangra el Porvenir de La Patria.

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