miércoles, 12 de junio de 2013

24 de Junio - Día del Campesino


El Día del Campesino, o conocido anteriormente como Día del Indio, fue instituido a través de un decreto supremo promulgado el 23 de mayo de 1930 por el dictador Augusto B. Leguía, con la finalidad de reconocer al trabajador del campo y como una forma de destacar su preocupación, por parte del estado, de los hombres del ande.
La historia señala que a pesar de la acogida que tuvo en un principio la celebración, ésta fue disminuyendo en importancia, debido, en gran parte, por la poca aceptación que tenía el gobierno de Leguía. Luego, la legislatura de 1949 promulgó una nueva ley que establecía como nueva fecha el 24 de junio.
Ya durante el gobierno de facto del General Juan Velasco Alvarado se escogió el 24 de junio para promulgar la ley de la Reforma Agraria y con ello cambiar la denominación de dicha conmemoración por la del Día del Campesino, dando énfasis así al nacimiento del campesinado sobre el latifundismo.

Paradójicamente, la celebración del “día del campesino” o “día del indio” es uno de los acontecimientos más importantes de la historia republicana del Perú; bajo el imaginario, de que la celebración junto al cambio del denominativo “indio” por “campesino”, liquidó el antiguo sistema de explotación agropecuario. Lastimosamente la mayor parte de la región andina, en el pasado, estuvo conformado por enormes haciendas donde los terratenientes eran dueños no sólo de las mejores tierras, sino hasta de la vida de sus servidores llamados “indios” o “indias”. A la fecha (junio del 2006), ¿cuánto ha cambiado las posiciones de la sociedad dominante contra los sujetos “indios” o “campesinos” respecto a las viejas vicisitudes de discriminación y exclusión social?. En suma, existe o no mejoras después denominativo “indio” por “campesino”,  
Antes de responder a esta interrogante, considero necesario efectuar una breve reflexión de los antecedentes. Entre ellos me permito a recordar que cuando Cristóbal Colon llegó a América en 1492 creyendo que había llegado al otro lado de la india, llamó indios e indias a nuestros antepasados de las Islas caribeñas. Luego sus seguidores Pizarro y otros en 1532 llegarían a Cajamarca para secuestrar y asesinar al último de la dinastía INKA de la gran civilización tawantinsuyana, INKA ATAHUALPA. Previo a este hecho, los europeos españoles habían probado sus espadas si estaban o no filudas sentando en fila a los indios del caribe cortando sus cabezas con sus filudas espadas asesinando a los niños y niñas al tiempo que violaron a cuanta mujer se le presentara no importando su edad o condición. Las víctimas fueron los Mayas, Aztecas, Qullanas, Aymaras, Quechuas, Guaranies, Mapuches entre otras etnias. Estas fueran las estrategias de colonización de sujetos “indios” arrebatando de sus mejores tierras, estrategia que fue repitiéndose hasta después de la república, aun se repite todavía en el actual proceso “democrático” bajo otros mecanismos, utilizando en cada uno de los procesos la estrategia de “divide y reinaras”.  
La nefasta práctica colonialista, lastimosamente reitero, que continua a la fecha. No obstante que la historia nos muestra que Augusto B. Leguía (1908-1912) (1919-1930) fue uno de los pocos presidentes que tomó el discurso indigenista bajo el discurso oficial de "Patria Nueva". El discurso indigenista fue una forma de intentar reivindicar la “raza india” que sirvió de referencia para la creación de una Sección de Asuntos Indígenas en el Ministerio de Fomento (1921), desde donde se promovió el Comité Pro-Derecho Indígena "Tahuantinsuyo", esta instancia fue un medio de intentar proteger los intereses de las comunidades para el que fundó el Patronato de la Raza Indígena (1922), esta instancia debía proporcionar un marco legal para la atención de los reclamos comunitarios a fin de evitar nuevas insurrecciones. Pero esta sólo fue una estrategia para distraer la verdadera demanda del libre ejercicio de los derechos humanos y de recuperar las tierras injustamente arrebatadas. Toda vez que por un lado supuestamente se enfrentó al gamonalismo; y por otro, encubiertamente apoyaba leyes de servidumbre bajo del denominativo de conscripción vial que permitían a hacendados y empresarios hacer uso coactivo de la mano de obra indígena. Aun cuando todos sus accionares formaban parte de la constitución de Leguia que decía:  
“El Estado protegerá a la raza indígena y dictará leyes especiales para su desarrollo y cultura en armonía con sus necesidades. La Nación reconoce la existencia legal de las comunidades de indígenas y la ley declarará los derechos que les correspondan” (Art. 58º.- de la Constitución de la República del Perú Dictada por la Asamblea Nacional de 1919 y promulgada el 18 de Enero de 1920 por AUGUSTO B. LEGUIA,)  
En suma, lo que Legua quería era “buenos salvajes” con cierta dignidad pero que para tener ese status deberían estar al servicio de patrón de nuevo tipo o hacendado bajo protectorado de agentes gubernamentales del Estado que encubrían o defendían sólo los intereses de los hacendados.  
Otro de los presidentes que retomó el discurso “indigenista” bajo el lema de “campesino” fue el General Juan Velasco Alvarado (1968-1975) quien confiscó los latifundios de clase oligárquica para intentar impulsar una transformación socialista del Estado. Para ello promulgó la Ley de Reforma Agraria (Ley 17716). La Ley de la reforma agraria entregaría prioritariamente tierras a la mayor parte de los colones que estaban a cargo de los hacendados, en esa oportunidad se digo:  
“De hoy para adelante, el campesino del Perú no será más el paría ni desheredado que vivió en la pobreza, de la cuna a la tumba, y que miró impotente un porvenir igualmente sombrío para sus hijos… a partir de hoy, abandonando el calificativo de los resabios racistas y de juicio inaceptable se llamaran comunidades campesinas … [y por lo tanto] ¡ Campesino el patrón ya non comerá más tu pobreza !” (Discurso pronunciado el 24 de junio de 1969 en la promulgación de la Ley de Reforma Agraria por el General Juan Velasco)  
Ciertamente, nadie puede negar que la intención de General Velasco fue de reivindicar al “sujeto campesino” dejando para la historia el término despectivo “indio” donde se pretendía abatir la pobreza, para que el campesino no se fuera directamente a la tumba siendo pobre alimentando al patrón como se fuese uno de sus dioses; no obstante que sus resultados son materia de otros debates junto el derrocamiento por otro militar como el General Francisco Morales Bermúdez, ocurrida el 29 de Agosto de 1975 con el que se frustrara en parte los objetivos nacionalistas de la llamada “revolución peruana” y la conclusión de la Reforma Agraria.  
Pese a este hecho histórico de Reforma Agraria y su posterior reestructuración (materia de otro debate) no se han solucionado los grandes problemas de la tenencia de la tierra, territorio y los recursos naturales que fueron invadidos y expropiados tanto en la colonia como en la república, todo ellos significa que la antigua violación de los derechos humanos contra los campesinos/indios continua vigente. Toda vez que, el problema del campesino o del indio sigue siendo la tierra y su libre determinación para que puedan escoger su futuro sustentable, porque de ella dependen para su sobrevivencia, dado que ahí están los más pobres entre los pobres aun cuando ellas posean algunas tierras poseen sólo parcelas de mala calidad (desertificadas) y demasiado pequeñas para poder mantener a sus familias. Este segmento humano (campesinos), representan la mayoría de los pobres hambrientos de las zonas rurales del Perú y de los otros países andinos/amazónicos, y es que en estas zonas se encuentran los casos más graves de pobreza, hambre discriminación y exclusión social y la discriminación de mujeres. Toda vez que la supuesta expansión de la producción agrícola destinada a la exportación sólo favorece a la producción de la costa peruana quienes hoy promueven el TLC, controlada por los productores de la costa o los criollos de poder, que son los que poseen las mejores tierras que son igualmente las tierras expropiadas de los antiguos campesinos o indígenas a quienes los agentes gubernamentales los consideran sólo como objetos de políticas de conservación, utilizándolos en muchos casos como justificación de lucha contra la pobreza. 




Tenemos que Limpiar el PERÚ de Tanto Político Ladrón y Zángano que nos Roba y Desangra el Porvenir de La Patria.

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